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La era de la tecnología, pese a sus numerosas ventajas, ha dejado del lado la cercanía y el contacto entre personas. Al igual que en otros trabajos, en la mediación de seguros se intenta prescindir del ser humano. José María Campabadal, presidente del Consejo General de Colegios de Mediadores de España, ha escrito un interesante artículo al respecto en la revista Aseguradores bajo el título 'Coches sin conductor, seguros sin mediador'.

Desde el Colegio de Mediadores de Seguros de Navarra nos ha parecido interesante compartir el editorial y reconocer que, efectivamente, la figura del mediador es imprescindible en el sector. Apostamos por el trato cercano y directo con el cliente, con el objetivo de dar una mejor prestación a sus necesidades.

A continuación copiamos la editorial del mes de mayo de Aseguradores, revista que también pueden leer en la plataforma digital ISSUU:

“Google lanzará este verano 25 vehículos sin conductor que se experimentarán en su sede en California. Limitarán su velocidad a 40 kms por hora. Se dice que tendrán menos accidentes, ya que evitarán el error humano. No es nada nuevo, a San Isidro Labrador, mientras oraba a la sombra de un árbol, los bueyes le araban la tierra.

Esta obsesión por prescindir del ser humano y que las máquinas más sofisticadas lleguen a sustituirlo parece no tener fin. También el sector asegurador, que a veces mimetiza ciertos comportamientos, está apostando por los seguros sin mediador.

Las máquinas pueden conseguir movimientos repetitivos y constantes, seguramente con más acierto que el ser humano, pero no puede valorar los sentimientos, las emociones o el asesoramiento personalizado. Sentir la cercanía, la profesionalidad o la amabilidad son atributos del mediador de seguros. Los seguros sin mediador podrán tecnificarse, pero nunca tendrán “alma”.

La combinación de la máquina, la tecnología y la acción del profesional formado es perfecta. Y protege el único éxito que nos hace sentir bien: ser útiles a los demás. Quizá sin su intervención como ser social, el trabajo, incluso la vida, perderían su sentido.

Puedo imaginar que algún día esta Editorial se escribirá pensada y redactada por una máquina. Confío en equivocarme”.

EMPRESAS COLABORADORAS

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